Hoy he descubierto algo.
Ha ocurrido mientras estudiaba. Mi capacidad de concentración cuando estudio es nula. Me puedo pasar horas frente a unos apuntes pensando en cien mil cosas sin estudiar absolutamente nada. Y hoy mi rallada mientras estudiaba Latín ha sido sobre el sistema de aprendizaje. Veamos. ¿De qué me sirve saberme de memoria todas las obras de Ennio o de Cicerón? Puedo pegarme días aprendiéndome de memoria las obras de Cicerón, clavarlas en el examen y olvidarme de todo a los dos días. Entonces, ¿de qué ha servido todo? No he aprendido nada, sin embargo en mi examen ha quedado constancia de que sé mucho. Será pues que algo no funciona.
Me ha venido a la cabeza un profesor que tenía en el instituto que no creía en el sistema de enseñanza, y eso se notaba claramente en sus clases. No pretendía que nos supiéramos todas las obras de Dostoievski; valoró mucho más el hecho de que nos leyéramos Crimen y castigo, lo entendiéramos y fuésemos capaces de desarrollar un tema cada uno de nosotros. Y, sinceramente, creo que con eso aprendí mucho más que con las horas que dediqué al estudio de la obra de cualquier autor.
Así pues he descubierto que detesto estudiar. No sé estudiar. Lo que a mi me gusta es aprender. A mi me gusta estar en una clase y ver una luz. Me gusta entender algo. No me gusta saber de memoria cosas que voy a olvidar en dos días. Por eso no me desenvuelvo bien en Lingüística, porque no entiendo la mitad. Por eso detesto Latín, porque consiste en memorieta, memorieta y más memorieta. Por eso me gusta la sintaxis, porque la entiendo, le veo su lógica y le encuentro su ilógica en ocasiones; además me resulta entretenida. Lo de mi desastre en Literatura Medieval sencillamente no lo entiendo.
Y tras esta pedazo de rallada que espero que nadie me tenga en cuenta porque ya no son horas, será mejor que vuelva al mundo real y siga aprendiéndome de memoria la obra de Cicerón y compañía, que el lunes hay examen.
Ha ocurrido mientras estudiaba. Mi capacidad de concentración cuando estudio es nula. Me puedo pasar horas frente a unos apuntes pensando en cien mil cosas sin estudiar absolutamente nada. Y hoy mi rallada mientras estudiaba Latín ha sido sobre el sistema de aprendizaje. Veamos. ¿De qué me sirve saberme de memoria todas las obras de Ennio o de Cicerón? Puedo pegarme días aprendiéndome de memoria las obras de Cicerón, clavarlas en el examen y olvidarme de todo a los dos días. Entonces, ¿de qué ha servido todo? No he aprendido nada, sin embargo en mi examen ha quedado constancia de que sé mucho. Será pues que algo no funciona.
Me ha venido a la cabeza un profesor que tenía en el instituto que no creía en el sistema de enseñanza, y eso se notaba claramente en sus clases. No pretendía que nos supiéramos todas las obras de Dostoievski; valoró mucho más el hecho de que nos leyéramos Crimen y castigo, lo entendiéramos y fuésemos capaces de desarrollar un tema cada uno de nosotros. Y, sinceramente, creo que con eso aprendí mucho más que con las horas que dediqué al estudio de la obra de cualquier autor.
Así pues he descubierto que detesto estudiar. No sé estudiar. Lo que a mi me gusta es aprender. A mi me gusta estar en una clase y ver una luz. Me gusta entender algo. No me gusta saber de memoria cosas que voy a olvidar en dos días. Por eso no me desenvuelvo bien en Lingüística, porque no entiendo la mitad. Por eso detesto Latín, porque consiste en memorieta, memorieta y más memorieta. Por eso me gusta la sintaxis, porque la entiendo, le veo su lógica y le encuentro su ilógica en ocasiones; además me resulta entretenida. Lo de mi desastre en Literatura Medieval sencillamente no lo entiendo.
Y tras esta pedazo de rallada que espero que nadie me tenga en cuenta porque ya no son horas, será mejor que vuelva al mundo real y siga aprendiéndome de memoria la obra de Cicerón y compañía, que el lunes hay examen.
Llegué a tu blog espiando los links de Nerea.
ResponderEliminarY me hizo ilusión ver que no soy la única que piensa esto.
Yo también tenía un profesor que nos hacia exámenes absurdos, pero nos contaba un montón de cosas y nos enseñaba a veces vídeos explicativos.
Yo tampoco sé estudiar, y nunca he estudiando más de media hora. Pero tengo la suerte de que se me quedan bien las cosas, pero a ver cuanto dura...
¡Besos! ;D
Estoy contigo y con Eneri.
ResponderEliminarYo nunca he sabido estudiar, y a día de hoy sigo pensando que no sé sentarme seis, ocho, diez horas seguidas delante de un libro a aprenderlo, memorizarlo o entenderlo.
Es superior a mí.
Puedo estar media horica (más no) leyendo los apuntes de Medieval, y que de repente me entren ganas de releer ese acto de la Celestina del que hablaba en los apuntes. Y cojo el libro, me tiro en la cama y me olvido de los apuntes sobre la mesa.
O puedo estar dos, tres horas tranquilamente en el ordenador, dando saltos de blog en blog, o de link en link en la wikipedia, pero sin leer todo, haciendo una lectura general, sin aprenderme un solo nombre ni una fecha.
Supongo que eso es la curiosidad, las ganas de saber y aprender (que no de estudiar ni de aprobar), las inquietudes intelectuales, etc.
Y no te preocupes si no te gusta estudiar. En general, estudiar, con todas sus letras, no nos gusta a nadie.
ánimo con esos exámenes!
Un besazo!