sábado, 28 de noviembre de 2009

Consejos de belleza de eficacia comprobada



En el funeral de Audrey Hepburn, su hijo leyó lo siguiente:

"Sam Levenson, el maestro, autor y humorista famoso, escribió una carta a su nieta cuando esta nació. A mamá le gustaba tanto que leyó algunos fragmentos esta última Nochebuena.

CONSEJOS DE BELLEZA DE EFICACIA COMPROBADA.

Para unos labios atractivos, pronuncia palabras amables.
Para unos ojos preciosos, busca lo bueno en las personas.
Para tener una figura delgada, comparte tu comida con los hambrientos.
Para un cabello bonito, deja que un niño pase sus dedos por él una vez al día.
Para tener elegancia, anda sabiendo que nunca andarás sola.

Te dejamos una tradición con un futuro.
El tierno cuidado amoroso de los seres humanos jamás pasará de moda.
Las personas, aún más que las cosas, necesitan ser restauradas, renovadas, reanimadas, reivindicadas y redimidas y redimidas y redimidas.

Jamás rechaces a nadie.

Recuerda, si alguna vez necesitas una mano que te ayude, encontrarás una al final de tu brazo.
A medida que te hagas mayor, descubrirás que tienes dos manos: una para ayudarte a ti misma, la otra para ayudar a los demás.

Tus "buenos viejos tiempos" los tienes aún por delante, ojalá tengas muchos."


Extracto del libro Audrey Hepburn. Un espíritu elegante de Sean Hepburn Ferrer.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Inventario de lugares propicios al amor

Son pocos.
La primavera está muy prestigiada, pero
es mejor el verano.
Y también esas grietas que el otoño
forma al interceder con los domingos
en algunas ciudades
ya de por sí amarillas como plátanos.
El invierno elimina muchos sitios:
quicios de puertas orientadas al norte,
orillas de los ríos,
bancos públicos.
Los contrafuertes exteriores
de las viejas iglesias
dejan a veces huecos
utilizables aunque caiga nieve.
Pero desengañémonos: las bajas
temperaturas y los vientos húmedos
lo dificultan todo.
Las ordenanzas, además, proscriben
la caricia ( con exenciones
para determinadas zonas epidérmicas
-sin interés alguno-
en niños, perros y otros animales)
y el «no tocar, peligro de ignominia»
puede leerse en miles de miradas.
¿Adónde huir, entonces?
Por todas partes ojos bizcos,
córneas torturadas,
implacables pupilas,
retinas reticentes,
vigilan, desconfían, amenazan.
Queda quizá el recurso de andar solo,
de vaciar el alma de ternura
y llenarla de hastío e indiferencia,
en este tiempo hostil, propicio al odio.

Ángel González


sábado, 14 de noviembre de 2009

En pasado.

No existe el futuro.
No existe el presente.
Sólo existe el pasado.
Te miro, y la luz de tus ojos me llega con un ínfimo retraso.
Como las estrellas que brillan en el cielo y ya han muerto,
el brillo de tu rostro me llega en pasado.
Te escucho, y el sonido de tu voz es aún más lento que tu brillo.
Quiero tenerte en el presente, no en el pasado.
Me besas,
y entonces somos presente.
Y somos sólo uno.


lunes, 2 de noviembre de 2009

Nada nuevo bajo el sol...

Una de las palabras cuya explicación ocupa más lugar en el diccionario de mi amigo Nuño es la voz política, y su adjetivo derivado político. Quiero copiarte todo el párrafo; dice así:

«Política viene de la voz griega que significa ciudad, de donde se infiere que su verdadero sentido es la ciencia de gobernar los pueblos, y que los políticos son aquellos que están en semejantes encargos o, por lo menos, en carrera de llegar a estar en ellos. En este supuesto, aquí acabaría este artículo, pues venero su carácter; pero han usurpado este nombre estos sujetos que se hallan muy lejos de verse en tal situación ni merecer tal respeto. Y de la corrupción de esta palabra mal apropiada a estas gentes nace la precisión de extenderme más.

»Políticos de esta segunda especie son unos hombres que de noche no sueñan y de día no piensan sino en hacer fortuna por cuantos medios se ofrezcan. Las tres potencias del alma racional y los cinco sentidos del cuerpo humano se reducen a una desmesurada ambición en semejantes hombres. Ni quieren, ni entienden, ni se acuerdan de cosa que no vaya dirigida a este fin. La naturaleza pierde toda su hermosura en el ánimo de ellos. Un jardín no es fragrante, ni una fruta es deliciosa, ni un campo es ameno, ni un bosque frondoso, ni las diversiones tienen atractivo, ni la comida les satisface, ni la conversación les ofrece gusto, ni la salud les produce alegría, ni la amistad les da consuelo, ni el amor les presenta delicia, ni la juventud les fortalece. Nada importan las cosas del mundo en el día, la hora, el minuto, que no adelantan un paso en la carrera de la fortuna. Los demás hombres pasan por varias alteraciones de gustos y penas; pero éstos no conocen más que un gusto, y es el de adelantarse, y así tienen, no por pena, sino por tormentos inaguantables, todas las varias contingencias e infinitas casualidades de la vida humana. Para ellos, todo inferior es un esclavo, todo igual un enemigo, todo superior un tirano. La risa y el llanto en estos hombres son como las aguas del río que han pasado por parajes pantanosos: vienen tan turbias, que no es posible distinguir su verdadero sabor y color. El continuo artificio, que ya se hace segunda naturaleza en ellos, los hace insufribles aun a sí mismos. Se piden cuenta del poco tiempo que han dejado de aprovechar en seguir por entre precipicios el fantasma de la ambición que les guía. En su concepto, el día es corto para sus ideas, y demasiado largo para las de los otros. Desprecian al hombre sencillo, aborrecen al discreto, parecen oráculos al público, pero son tan ineptos que un criado inferior sabe todas sus flaquezas, ridiculeces, vicios y tal vez delitos, según el muy verdadero proverbio francés, que ninguno es héroe con su ayuda de cámara. De aquí nace revelarse tantos secretos, descubrirse tantas maquinaciones y, en sustancia, mostrarse los hombres ser defectuosos, por más que quieran parecer semidioses».


Cartas Marruecas,
José de Cadalso, 1789.