domingo, 30 de mayo de 2010

En la habitación



Fumo sola en la terraza del hotel
recuerdo el humo
y la cerveza en tus manos.

Anoche las niñas paseaban sus zapatos
y no teníamos nada que perder.
No teníamos nada...


En este cuarto hay demasiado por hacer
y no tengo a nadie con quien echar un rato.
Todos queríamos ser extraordinarios
Podrías hacer algo por volver
podrías hacer algo...


El tiempo en esta habitación me sabe a vino
dedico demasiado a imaginar que estas conmigo
apuro la copa de un trago
dejo el cuerpo en el pasillo
Hoy todo lo demás es lo de menos
Hoy todo lo demás...

Yo confiaba que subieras a mi habitación
y no que te marcharas como hiciste
Las escaleras son interminables
si no hay quien te espere después

si no hay quien te espere...

No hay manera de que vuelve ese miércoles
tengo la sal entre los ojos mojados
Quiero que sepas que eres el culpable
de que hoy me sienta extrañamente bien
de que hoy me sienta extraña...

El tiempo en esta habitación me sabe a vino
dedico demasiado a imaginar que estas conmigo
apuro la copa de un trago
dejo el cuerpo en el pasillo
Hoy todo lo demás es lo de menos
Hoy todo lo demás...

sábado, 29 de mayo de 2010

Héroes

Si mañana me da por irme al zoo, meterme en la jaula de los leones un poco antes de que les hayan dado de comer, les empiezo a pinchar con palos, burlarme de ellos, hacer el monguis delante de ellos con mi chaquta en las manos, e intento matarlos para arrancarles la orejas y el rabo, seguramente acabaré medio descuartizado y con serios problemas para seguir viviendo. Y además, la opinión pública me tacharía al instante de gilipollas.


Pero, ojo, si es un torero al que le pasa lo mismo frente a un toro, no sólo no es gilipollas, sino que es poco más que un héroe nacional y con un noble trabajo. Esto no puede seguir durando mucho... más de los que parece pensamos que, simplemente, son gilipollas, pero gilipollas.

domingo, 23 de mayo de 2010

Respirando

Sábado de cansancio tras una noche sin apenas dormir por un cúmulo de acontecimientos: cumpleaños, fiesta, helado del Mercadona, música, madrugón para dar regalos, ronquidos...
Agujetas en los brazos por haber transportado el día anterior una tarta con tal cuidado que no se destrozara por el camino y un helado que no sobrevivió a los 30º.
Agujetas en las piernas, no sé de qué... ¿de esa forma extraña de andar moviendo las rodillas para que parezca que bailas canciones inbailables?

Lo mejor para curarse de todo esto... ¿sofá?
Curiosamente no... una propuesta de ir a dar una vuelta por el monte cualquiera en su sano juicio la habría rechazado en este estado. Yo acepté y no sé si fue el aire, el ambiente, los olores o qué, pero no había ni cansancio ni agujetas caminando por campos de trigo, frotándome las manos con romero y tomillo para perfumarme a lo natural, y respirando este aire que cada vez es más difícil de conseguir.

martes, 4 de mayo de 2010

Déjame entrar

Y entonces llegó Stephenie Meyer. Y los vampiros dejaron de comer sangre humana, se volvieron sacos rebosantes de hormonas y empezaron a brillar a la luz del sol. Y se cargó toda tradición vampírica para una panda de adolescentes. Por suerte sigue habiendo quien sabe qué son los vampiros. Y esto se ve en películas como Déjame entrar.

Hacía tiempo que una película no me gustaba tanto, no me emocionaba tanto, ni me entretenía tanto...



Los protagonistas son Oskar, un niño de 12 años al que sus compañeros de clase acosan, y Eli, una niña que ha llegado al pueblo de Oskar a la vez que han comenzado a tener lugar unos asesinatos. Los niños se harán amigos, pero Oskar irá descubriendo que Eli no es del todo una niña y que no es del todo normal.

No es una película de miedo, es más bien de amor.
Narrada con pocos diálogos y ritmo lento, es una historia preciosa, que te conduce hacia un final angustioso.

Sin duda la recomiendo.
Una de las mejores películas que he visto desde hace tiempo.