jueves, 11 de diciembre de 2008

El último deseo (... y comieron perdices)

El tema de los cuentos de hadas es muy interesante y apasionante. Hace unas semanas os hablaba del parecido que había entre un mito griego y un cuento clásico infantil. Pues bien, esto surgía por una pequeña discusión que hubo en mi clase de Mitología clásica sobre los cuentos infantiles en sus versiones originales y más antiguas y cómo habían evolucionado hasta los que actualmente se transmiten.

La discusión llegó también a amigos, y ya nos quedó claro que la Sirenita muere al final del cuento original de Andersen, que el lobo feroz viola a Caperucita Roja, que el príncipe no despertó a la Bella Durmiente con un beso, sino violándola.

Mejor no seguir.

Lo curioso es que ninguno de estos cuentos que hoy se califican como infantiles fue concebido en sus orígenes como tal. Ni siquiera los cuentos de los famosos hermanos Grimm eran en un principio infantiles, sino que estos los suavizaron con el fin de que fueran aptos para dicho público (como Disney en la actualidad).

El caso es que me sorprendió hace unos años descubrir que estos cuentos aún dan de sí en la literatura actual. Resulta que un escritor polaco, Andrzej Sapkowski, escribió un libro (El último deseo, que luego descubrí que era el primero de una larga saga que aún no he terminado) sobre un cazador de monstruos, Geralt de Rivia, que se ve envuelto en situaciones parecidas a los cuentos clásicos, adaptados de nuevo.
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Así Bella es una lamia que se aprovecha de la protección de Nivellen, un hombre convertido en bestia por violar a una saterdocisa, del que las muchachas jóvenes se aprovechan porque él les da joyas y riquezas, y obsesionado con el jardín de rosas que le dejó su tía en su castillo. O Blancanieves (con otro nombre, claro) es una ladrona compinchada con siete enanos, a los que termina asesinando por discusiones por el botín.
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La verdad es que me gustó mucho, tanto la adaptación de los cuentos, como el personaje de Geralt de Rivia, como la historia en general, como la narración del autor. Lo recomiendo.

" - Te pareces tanto a una náyade- continuó con tranquilidad el brujo- que puedes confundir a cualquiera. Sobre todo porque eres un pájaro bastante raro, cabellos negros. Pero los caballos no se equivocan nunca. Os reconocen por instinto y sin errores. ¿Qué eres? Pienso que una mura o una alpa. Un vampiro común y corriente no podría estar al sol.
Las comisuras de la boquita pálida temblaron y se elevaron ligeramente.
- Te atrajo el aspecto de Nivellen, ¿no es cierto? Esos sueños de los que habló, se los producías tú. Me imagino qué sueños serían y le compadezco.
El ser no se movió.
- Te gustan los pájaros -siguió el brujo-. Pero no te molesta morder las nucas de humanos de ambos sexos, ¿no? ¡De hecho, tú y Nivellen! Vaya una pareja que estáis hechos, el monstruo y la vampira, los señores del castillo del bosque. Os apoderasteis en un abrir y cerrar de ojos de toda la región. Tú, eternamente sedienta de sangre y él, tu defensor, asesino a tus órdenes, un instrumento ciego. Pero primero había que convertirse en un verdadero monstruo, no lo que era, un hombre en la máscara de un monstruo.
Los grandes ojos se contrajeron.
- ¿Qué hay de él, cabellos negros? Estabas cantando, luego bebías sangre. Echaste mano el último recurso, lo que quiere decir que no has conseguido dominar su voluntad. ¿Me equivoco?
La negra cabeza asintió ligera, casi imperceptiblemente, y las comisuras de la boca se alzaron aún más arriba. El pequeño rostros tomó un aspecto fantasmal.
- Ahora seguro que te consideras la señora del castillo.
Asintió otra vez, con más claridad.
- ¿Eres una mura?
La cabeza negó en un lento movimiento. El silbido que se difundía sólo podía proceder de los pálidos labios que sonreían como una pesadilla, aunque el brujo no había visto que se movieran.
- ¿Una alpa?
Negó de nuevo.
El brujo retrocedió, apretó con más fuerza la empuñadura de la espada.
- Esto quiere decir que eres...
Las comisuras de la boca se alzaron más y más, los labios se separaron...
- ¡Una lamia! -gritó el brujo arrojándose hacia el estanque.
De detrás de los pálidos labios relampaguearon unos afilados colmillos. La vampira se levantó bruscamente, arqueó el cuerpo como un leopardo y gritó."

Andrzej Sapkowski, El último deseo.

4 comentarios:

  1. umm curioso todo esto que cuentas...no sabía que los cuentos infantiles escondían tanto misterio e historia. estás hecho todo un filólogo! 1 beso

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  2. a veces es mejor no saber esas cosas jja es mas bonito el final feliz de disney XD hastaa el luness!!

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  3. De fondo escucho el señor de los anillos,, menos mal q de fondo porque si no estaria durmiendo sobre este teclaooo JAJAJA. a la q es broma. busca una peli de miedo para la semana que viene.me aburrooooooo, me aburrooooo, me aburrooo, deberiamos de estar en la cena de ARS jja aimss q poco fiesteros estamos.

    Un besico!

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  4. Te odio! A conciencia, sin paliativos, sin medida. Te odio profundamente. De hecho mi única fijación a partir de ahora va a ser demostrartelo.... grrrr

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