He estado yendo estos días a un seminario sobre el cuento actual en España e Hispanoamérica. Todos los ponentes hablaban del bueno momento que está atravesando el cuento en estos tiempos, de las oportunidades de difusión que se ofrece a los escritores a través de Internet, blogs, periódicos, concursos literarios, editoriales que se dedican sólo a la publicación de libros de cuentos, etc. Además de los muchos autores que están dedicándose con gran acierto al cultivo del género del microrrelato.
Hasta que llegó el último ponente, el profesor de la Universidad Complutense Santos Sanz Villanueva, y le dio la vuelta a todo. Y dijo que en realidad a los periódicos no les interesan los cuentos, puesto que sólo les dedican páginas cuando las noticias son escasas, es decir, en verano; y que esas editoriales que sólo publican cuentos no publican a cuentistas puros, sino a gente que escribe novelas y sabe que van a vender también si escriben cuentos; y que hay que evitar fomentar la escritura de cuentos, porque ya a todo el mundo le gusta escribir (más que a los que les gusta leer) y cualquiera escribe un cuento en cualquier situación. Y luego habló de los microrrelatos, diciendo que son ya el colmo de la vagancia, y que para uno que aparece interesante, hay un montón que no valen nada.
No sé si estoy muy de acuerdo con la opinión de este señor respecto a los cuentos. Pero esto se relaciona con algo que estoy pensando desde hace unos días: ¿Nos estamos volviendo vagos? Yo he pensando en ello, pero en otro ámbito. Hace pocos años se pusieron de moda los blogs, todo el mundo, cualquiera, creaba un blog por cualquier motivo y con cualquier contenido, para ir publicando lo que les interesaba en entradas más o menos extensas. Poco después parece que Facebook empezó a ganar terreno; la gente a la que en realidad no le gusta tanto escribir puede publicar sus intereses, opiniones, compartir vídeos, etc. en una pequeña publicación en su muro. ¿Y ahora? Ahora la moda está en los 140 carácteres de Twitter. Un límite preciso, ni más ni menos. Un límite que incluso nos está llevando a publicarlo todo en lenguaje sms para no sobrepasarlo. Y parece funcionar, la gente publica cosas interesantes en ese pequeño espacio.
Pero aquí es donde yo me pregunto, ¿no será que estamos llegando al colmo de la vagancia?
Have a Wonderful New Year, Carlos!
ResponderEliminar