jueves, 20 de octubre de 2011

Realidad

Nueve meses fuera de mi casa y de mi país, tres meses de verano en mi pueblo de no parar para hacer el regreso menos duro, unas semanas de adaptación a la nueva vida universitaria en Zaragoza, 9 días de locura en estas divertidasgenialesalcoholizadas Fiestas del Pilar llenas de visitas y reencuentros... y por fin, vuelta a la realidad y a la normalidad. O eso creo, si es que esta rutina es la realidad y la normalidad.

Y en esta vuelta a la rutina me ha dado por escuchar Fangoria, por ver una película cada día en mi piso de estudiantes (es lo que tiene que no funcione la tele), y por leer el último libro de recopilación de relatos de una de mis escritoras aragonesas favoritas: Cristina Grande.

OSITO

Era marino y se parecía a Conan el Bárbaro. Yo estaba en paro. Con el finiquito me fui a Amsterdam con mi amiga Marcia. No éramos de esas amigas que hablan sin parar de sus cosas. Nos gustaba beber juntas y ligar por separado.

No recuerdo su nombre. Lo cierto es que no llegué a entenderlo aunque se lo pregunté varias veces. Creo que era alemán. Hablaba un inglés macarrónico y entendí que estaba separado, que vivía en Sidney y que le gustaría vivir en Costa Rica.

Marcia y yo habíamos tomado la penúltima en el bar de nuestro hotelucho junto al puerto. Él estaba en la otra punta de la barra, y solo se dirigió a mí cuando ya nos retirábamos tambaleantes a nuestra asquerosa habitación. La suya no era mejor, pero me sentía a gusto con aquel bárbaro. Pensé que en sus enormes maletas cabrían mis cuatro cosas, incluso yo misma. Vi un osito de peluche muy viejo encima de una de ellas. Por la mañana me dijo que debía irme, y ya junto a la puerta supe que eran vanas mis ilusiones de que al menos me regalara el osito.

Cristina Grande
Tejidos y novedades
Xordica, 2011

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