Dormir destapado.
Pasar el día en la piscina.
Las fiestas de mi pueblo.
Poder llevar pantalón corto.
Bailar la canción del verano.
Comer sandía de postre todos los días.
Tomar una cervecita fresca en una terraza a cualquier hora.
No tener nada que ver en la tele.
Que no importe la hora a la que me levante de la cama.
Ducharme con agua fría.
Y, por supuesto, poder tomar helado.
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