jueves, 16 de junio de 2011

Adioses.


Una de las cosas más difíciles del mundo es decir "adiós". Pero cuando ese adiós es de verdad es mucho más difícil; cuando dices adiós a gente a la que quieres, a gente con la que has estado viviendo, gente con la que te has reído, gente con la que has compartido los momentos más felices de tu vida... y además no sabes con exactitud cuándo volverás a verlos, ni siquiera si volverás a verlos.

Cuando llegué en septiembre pasé los primeros días de mi erasmus como, tal vez, los peores días de mi vida. Luego todo mejoró notablemente, y comenzó la aventura y la experiencia que no olvidaré jamás. Conocí a la gente a la que más quiero ahora mismo y a la que nunca olvidaré, y creo que todos pensamos que nunca nada iba a terminar. Pero entonces empezaron a llegar las despedidas, y la odisea del principio (de papeleos a todas horas, echar de menos España, no entender nada...) se convirtió en algo insignificante en comparación con el infierno de decir cada día adiós a una persona a la que quieres.

Yo firmé un contrato erasmus, pero estos malos ratos no estaban en ningún punto de ese contrato...

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