Después llegó un rato malo, sin mucha gracia, la conversación se hacía pesada, como puré de verduras o algo así, hasta que apareció una preciosa chica rubia y alguien dijo cómo se llamaba, pero no me enteré, y se sentó en el suelo y el príncipe rana le pasó una guitarra y ella se puso a cantar con una voz que parecía estar agarrada a una cornisa con una sola mano y cantó algo sobre un corazón que pasaba la noche fuera de casa y que volvía siempre por la mañana destrozado en mil pedazos. Cuando terminó su canción todo el mundo aplaudió, y la chica rubia no dijo nada.
Tenía una sonrisa pequeña y eso fue todo lo que nos dio, aparte de la canción. Luego se metió en una de las habitaciones con uno de los tíos que había por allí. Uno de esos que definitivamente no se lo merecen.
Héroes, Ray Loriga
1000 pedazos, Christina Rosenvinge
Qué bueno el final del texto, y qué razón tiene. Y es preciosa la canción, a esta cantante la descubrí cantando con Sabina y con Aute. Un abrazo
ResponderEliminarAhora tengo con qué comparar. Y sigo manteniendo mi opinión ;)
ResponderEliminarUn beso!
cuándo volverás a escribir en tus entradas???jaja
ResponderEliminarCoincidimos en muchos gustos. También en ee texto.
ResponderEliminarvocê gosta de Tolkien enfim temos uma coisa em comum, sou fascinado pelo mundo mágico e misterioso dele bem antes da trilogia ir para o cinema.
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