SINTIENDO LAS FIESTAS
Siento cómo un estado de embriaguez invade todo mi cuerpo. No sé dónde estoy, no sé qué hago aquí ni hacia donde tengo que ir. Pero sé que para descubrirlo lo mejor será cerrar los ojos, abrir la mente y dejarse llevar por los sentidos.
De esta forma doy unos pasos, agudizo el oído y escucho una música a lo lejos. Me parece oír… ¿Paquito el chocolatero? Continúo caminando, siempre con los ojos cerrados, y escucho, de fondo, el sonido de unas castañuelas, y una voz entonando una jota y después una orquesta de pueblo interpretando la canción del verano. Niños que ríen, jóvenes que gritan y… “En una tribu comanche… llena de comanches…”. De pronto me sobresalto con el ruido de unos petardos estallando muy cerca de de mi, y unos niños (y no tan niños) corren alejándose.
Y entonces llega a mi olfato el olor a pólvora del petardo. Me alejo un poco y siento el suelo embarrado en mis zapatillas; huele a cerveza y a vino. En ese momento recuerdo que todavía sujeto un vaso entre mis dedos, me lo llevo a los labios y me termino el que será mi último cubata de la noche. Me viene a la mente la paella que me he comido en un parque y recuerdo el sabor de un agua de Valencia. Estoy cansado, así que me siento en el suelo.
Percibo el sol que comienza a quemarme en el rostro y escucho cómo la música de una charanga se acerca y se aleja. Ya está bien. Será mejor abrir los ojos. Me levanto, doy unos pasos y los abro. Les cuesta acostumbrarse a la luz rojiza del amanecer. Mirando al suelo lo primero que veo es un dibujo recién pintado en medio de una calle, un dibujo caricaturesco y lleno de colorido. Alzo la vista y veo una calle llena de banderines y, al fondo, una gran pancarta en la que dice, con gruesas letras, “Felices fiestas”. Me apoyo en una gran valla metálica verde.
¡Ah, claro! Es que ha llegado el tiempo de fiestas. Cientos de personas viviendo, disfrutando, gozando; en definitiva sintiendo esto que dura una semana. Y por qué será que cada uno siempre encuentra aquello que más le gusta. Ya sea tomar un vermú con la familia, bailar un rato, ver los fuegos artificiales o huir del barullo que se monta en el pueblo. Así que ha llegado el momento de abrir todos los sentidos y buscar eso que nos haga sentir las fiestas.
Siento cómo un estado de embriaguez invade todo mi cuerpo. No sé dónde estoy, no sé qué hago aquí ni hacia donde tengo que ir. Pero sé que para descubrirlo lo mejor será cerrar los ojos, abrir la mente y dejarse llevar por los sentidos.
De esta forma doy unos pasos, agudizo el oído y escucho una música a lo lejos. Me parece oír… ¿Paquito el chocolatero? Continúo caminando, siempre con los ojos cerrados, y escucho, de fondo, el sonido de unas castañuelas, y una voz entonando una jota y después una orquesta de pueblo interpretando la canción del verano. Niños que ríen, jóvenes que gritan y… “En una tribu comanche… llena de comanches…”. De pronto me sobresalto con el ruido de unos petardos estallando muy cerca de de mi, y unos niños (y no tan niños) corren alejándose.
Y entonces llega a mi olfato el olor a pólvora del petardo. Me alejo un poco y siento el suelo embarrado en mis zapatillas; huele a cerveza y a vino. En ese momento recuerdo que todavía sujeto un vaso entre mis dedos, me lo llevo a los labios y me termino el que será mi último cubata de la noche. Me viene a la mente la paella que me he comido en un parque y recuerdo el sabor de un agua de Valencia. Estoy cansado, así que me siento en el suelo.
Percibo el sol que comienza a quemarme en el rostro y escucho cómo la música de una charanga se acerca y se aleja. Ya está bien. Será mejor abrir los ojos. Me levanto, doy unos pasos y los abro. Les cuesta acostumbrarse a la luz rojiza del amanecer. Mirando al suelo lo primero que veo es un dibujo recién pintado en medio de una calle, un dibujo caricaturesco y lleno de colorido. Alzo la vista y veo una calle llena de banderines y, al fondo, una gran pancarta en la que dice, con gruesas letras, “Felices fiestas”. Me apoyo en una gran valla metálica verde.
¡Ah, claro! Es que ha llegado el tiempo de fiestas. Cientos de personas viviendo, disfrutando, gozando; en definitiva sintiendo esto que dura una semana. Y por qué será que cada uno siempre encuentra aquello que más le gusta. Ya sea tomar un vermú con la familia, bailar un rato, ver los fuegos artificiales o huir del barullo que se monta en el pueblo. Así que ha llegado el momento de abrir todos los sentidos y buscar eso que nos haga sentir las fiestas.
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Carlos Carranza Comercio, para el Programa de Fiestas San Roque 2009 de Pina de Ebro.
[Por supuesto todo el mundo queda invitado a pasarse por este pueblecico en el que no nos lo montamos del todo mal...]
Esto ya lo había leido yo...
ResponderEliminarEso son las fiestas ;) ni más ni menos...
ResponderEliminarPaquito el chocolatero junto al estado de embriaguez puede resultar, como mínimo, mortal.
ResponderEliminarPaquito el chocolatero junto al estado de embriaguez puede resultar, como mínimo, mortal.
ResponderEliminarBueno, como soy así de guay, el comentario se publica dos veces.
ResponderEliminarLaura: 0 - Blogspot: 1
Pensaba que habia firmado, pero te habia contestado en el programa de fiestas!!!
ResponderEliminarHazlo por tu publico fiel y actualiza.
Car, eres el mejor !!!!!!
Chico, pégatela recia que hay que empezar el curso yendo bien servido de fiesta! =P
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