¿Qué sería de la vida sin dragones?
¿Qué sería de la vida sin dragones?
Sin miedos, sin dudas, sin preocupaciones, sin retos. Sin monstruos debajo de la cama cuando eres un niño, sin ir al colegio con los deberes sin hacer, sin la noche antes del primer día de instituto, sin la noche antes del primer día de universidad, o sin la primera noche a mil kilómetros de tu casa. Sin el examen que no te has preparado lo suficiente, sin el profesor cabronazo que se empeña en suspenderte. Sin una primera vez. Sin esa oscuridad llena de temores, incertidumbres y sueños que es el futuro.
¿Qué sería de la vida sin dragones?
Sin duendes, sin gamusinos, sin orcos, sin un trol en los baños de chicas. Sin Peter Pan. Sin soñar qué quieres ser de mayor a los cinco años. Sin soñar qué quieres ser de mayor a los diecisiete. Sin soñar qué quieres ser de mayor a los veinticinco. Sin pensar alguna vez que el amor existe de verdad. Sin querer que algo sea infinito, o desear que llegue mañana.
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